Cuando me miras me intimidas, me obligas a pensar, pero mis ideas no conectan. Tras varios intentos fallidos trato de rendirme. Sin embargo, tu desafiante mirada — una línea vertical que me habla en morse — me parpadea cada segundo y me dice que no me rinda, que insista, que te dome y que tatue lo que quiera sobre ti. En ese momento tome valientemente el teclado y así mis miedos se fueron desvaneciendo.
Querida Pantalla de Word en Blanco
